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La realidad del «no retorno»

Dicho así, con gran aparatosidad publicitaria, cualquiera que lea la noticia, puede interpretar que toda una generación que hace una década iniciara el éxodo para buscar el trabajo y la esperanza que en la región se les negaba, vayan a volver, como si ahora nos hubiéramos transformado en su nueva tierra prometida. Nada más lejos de la realidad. Veamos cuáles pueden ser las causas y los efectos de la medida que nos han anunciado.

Con gran algarabía, y mucho efecto, sobre todo periodístico, nuestros gobiernos, quizás movidos por buscar noticias de mayor efecto en la población en un momento como éste, anuncian un plan que facilite el retorno de nuestros jóvenes emigrantes, a la región. Son cerca de 45000, los emigrantes censados, pero la medida alcanzará, en la más optimista de las previsiones, a un millar de ellos, aunque en la web «volvemos.org» sólo tienen registrados menos de ciento cincuenta. Será que no da el dinero para más. Quizás sea necesaria también una mínima reflexión sobre el tema, aunque sólo sea por respeto a las muchas emociones que una medida de este tipo, despertará en una gran cantidad de hogares en la región.

¿Causas? Siempre se han situado en la crisis económica que vivió este país a partir de 2008. Un argumento de fácil justificación que en realidad oculta su verdadero origen: estos jóvenes hacían la maleta, totalmente desilusionados por una sociedad que les daba la espalda e ignoraba por completo el esfuerzo que habían hecho los años precedentes, contra corriente, para alcanzar una notable formación que su entorno no supo ni por lo más remoto valorar. ¿Se fueron? Claro, no se les ofrecía ninguna alternativa; ¿dónde? en esencia iban buscándose la vida, hasta llegar a aquellos destinos donde sencillamente les valoraron y los reconocieron con un sueldo y un entorno digno en el que vivir. Traducido, se trata sencillamente de rememorar unos años bastante problemáticos, en los que la crisis iba minando los hogares, con el vacío que se le estaba haciendo a esa juventud llamada a tomar un testigo, que no tuvieron. Unos políticos, los mismos que ahora enarbolan la bandera del retorno, que les abandonaron impunemente, sin saber aplicar una política de efectiva prevención, ni apoyaron en absoluto, la necesidad de gestar el necesario tejido socioeconómico que hubiera evitado la huida masiva que tuvimos que sufrir. Todo por su inoperancia.

Hoy, como digo, se enarbola el reconocimiento entonces negado. ¿Cómo? Leo con sorpresa la noticia, que además de dar por hecho el interés de estos jóvenes por volver, nada dice de las condiciones a las que somete el retorno. Me parece una forma de jugar nuevamente con las ilusiones, esta vez de sus familias, que son las únicas que sufren la distancia. Les invito simplemente a visitar el aeropuerto cualquier día que haya un vuelo hacia europa. Podrán comprobar la magnitud de ese éxodo. Y el poco interés de nuestros hijos, por volver. ¿Qué les ofrecen, que no sea lo que ya tienen? Marcharon en busca de una vida mejor, más digna. ¿Volverán? Si el único motivo es reunirse con sus familias que permanecen aquí, es algo que ya tienen. Porque el reencuentro tiene lugar cada trimestre, cada semestre o cada año. Unos vienen otros vamos, pero nos juntamos, que es lo que nos preocupa. La familia es el único estamento que no les ha dado la espalda. Siempre ha estado ahí.

¿El retorno les ofrece una vida igual de digna que la que ya (a base de mucho esfuerzo), se han construido allí fuera? Han enraizado en otro lugar, han conocido nuevas empresas, han creado familias, han hecho nuevos amigos y con ellos formado lazos de relación y convivencia, han aprendido a vivir con un nivel, social, cultural, económico, lingüístico y familiar, que ahora dudo que estén dispuestos a romper de nuevo, para volver a sus orígenes. ¿Dónde están sus círculos de amigos, aquellos que dejaron al marchar, después de una década? ¿Tienen que volver a empezar desde cero, otra vez? ¿Qué empresas les esperan aquí? La política vivida estos años no ha alcanzado ni con mucho el nivel socioeconómico con el que ahora viven. ¿Venir para qué? ¿Estamos en condiciones de ofrecer un retorno que ofrezca continuidad a la vida que con tanto esfuerzo han alcanzado a vivir? Desde luego, medidas de este tipo, debieran superar informes sociológicos, para profundizar en la realidad cotidiana. Y desde la convicción de compensar lo que en el momento de su marcha se les negó, al menos eso, sepamos que si no va a ser en esas condiciones, no volverán. A cambio se nada, no. Al menos, iguálamelo, dirán. Y con razón. Mal que les pese a nuestros dirigentes de turno. Pónganse ustedes a trabajar, a cambiar la faz de esta región, que sencillamente, cuando se parezca a lo que hay por europa, ellos mismos, decidirán volver. Porque les interesará formar parte de una sociedad, que  vivirá con perspectiva de futuro. Mientras, dejen ustedes de vender humo.