Archive for diciembre, 2013

Recursos de lectura escolar

LA LECTURA ESCOLAR. Recursos de formación didáctica

Captura de pantalla 2013-12-27 a la(s) 20.53.57“Revista Digital dile-redile”: revista digital dedicada de una forma exclusiva al mundo de la lectoescritura y su didáctica: Un lugar de encuentro y comunicación, con un objetivo bien claro: abrir un campo de experiencias y relaciones en el mundo de la lectura y de la escritura. Experiencia desarrollada por J.Quintanal hasta 2012.

http://www.quintanal.es/Web_LECTURA/default.htm

Captura de pantalla 2013-12-27 a la(s) 20.55.16“Canal lector”: La Fundación Germán Sánchez Ruipérez, toma desde 1981 esta iniciativa innovadora que se inició en 1981 con el fin de promocionar la lectura y favorecer la alfabetización en el mundo especialmente en los niños y adultos jóvenes.

http://www.canallector.com

Captura de pantalla 2013-12-27 a la(s) 20.55.25“Ocnos”: revista de acceso abierto (Open Access), lo que significa que todo su contenido es de libre acceso. Los usuarios pueden leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar, hacer enlaces a los textos completos de artículos de esta publicación sin necesidad de recabar antes la autorización del autor o editor.

http://www.uclm.es/cepli/v2/contenido.asp?tc=convis40400ocn00

Captura de pantalla 2013-12-27 a la(s) 20.55.32“Lecturas y Bibliotecas Escolares” de Andalucía:  Web institucional, de materiales y recursos lectores, orientados a su desarrollo en el aula.

http://www.juntadeandalucia.es/educacion/webportal/web/lecturas-y-bibliotecas-escolares

 Captura de pantalla 2013-12-27 a la(s) 20.55.40“Peonza”: nació en diciembre de 1986 como boletín de literatura infantil, como medio de información y de intercambio de experiencias entre maestros, al servicio de la animación a la lectura. Se publica trimestralmente y se puede acceder a la versión digitalizada en la “Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes”.

 http://www.peonza.es/Principal.htm

La dislexia que habita entre nosotros

        La dislexia, como demuestran los últimos estudios estadísticos, afecta a uno de cada diez españoles. Y lo hace de modo muy, pero que muy directo, pues toda la comunicación en nuestra sociedad, se basa en la escritura y, por tanto, quienes la padecen, se ven directamente afectados, dificultados por ésta y condicionados en sus posibilidades reales de autonomía, aprendizaje, orientación y hasta atención.

         No obstante conviene decirlo alto y claro: en principio, la dislexia no tiene por qué suponer más que una dificultad en la comunicación y su limitación, no tiene por qué ir más allá, salvo que la convirtamos en problema nosotros, o la escuela, o un poco todos. Lo que  debiera ser una sencilla ruta de obstáculos, en algunos casos se convierte en dura travesía, escarpada y hasta peligrosa, pues en una sociedad alfabetizada como la nuestra, no hay otro camino para sobrevivir más que interpretar el constante baile de códigos, orales y escritos que nos envuelve. Si no, fíjense ustedes el modo en que hoy es posible acceder a la información, al transporte, a la cultura y hasta al ocio. Cualquier actividad de nuestra vida cotidiana pasa inevitablemente por el ejercicio de leer, interpretar, escribir o codificar alguna información. Y por tanto, resulta imprescindible contar con la comunicación escrita, para vivir y convivir, con la mayor normalidad. Esa es la dificultad del disléxico, que la sociedad está empeñada en convertir en un calvario, cuando no debiera suponer más que un acomodo personal, transformándolo en una auténtica carrera de obstáculos.

         Hablamos, como ya se ha dicho, de una simple dificultad que muchos, niños y jóvenes, y adultos, presentan cuando tienen que interpretar, codificar, comprender y procesar un texto escrito; cualquiera de los muchos, muchísimos mensajes que a lo largo del día, nos pasan delante de los ojos. Es sabido, que cualquier disléxico se mueve de modo más seguro en un mundo de oralidad; procesa, interpreta, retiene y expresa mejor lo que pasa por su oído y por las cuerdas vocales, que cualquier información visual gráfica. Pero el entorno no acaba de enterarse de ello; o no está por la labor. Y es una pena, pues estamos hablando de un sector muy amplio de la población, de un diez por ciento de nuestros niños, jóvenes y también adultos, que es una cantidad considerable, etiquetados ya desde la edad escolar como vagos, revoltosos, hiperactivos, apáticos, problemáticos y otros muchos calificativos, a cada cual más agradable; muy fáciles de colgar, pero irreales, siempre erróneos pues para nada, atinan en el diagnóstico. Más bien acaban siendo dañinos, pues como consecuencia de esa incomprensión, el sentimiento de inferioridad aflora en cada uno de estos niños, que son un encanto, como todos los niños. En virtud de su propia limitación, poco a poco van dejando esa normalidad de la infancia, aquejados de una peligrosa convicción que les convierte, muy a su pesar, en los fracasados del sistema, aunque en realidad sea el llamado sistema el que fracasa con ellos. Pero el daño está hecho cuando el propio sujeto se lo acaba por creer, su autoestima cae por los suelos y se embarca él sólo, en una espiral que lo atrapará por siempre en esa peligrosa red. Aunque nunca sepa por qué, pues él, en realidad no se ve a sí mismo de ese modo.letras

         Muy al contrario, una dislexia, debidamente diagnosticada, convenientemente atendida, no deriva, ni mucho menos en un fracaso. Deviene en un sujeto normal, normal como todos, que se esfuerza por sacar adelante su vida, que conoce sus limitaciones y, consciente de ellas, se esfuerza ante las dificultades, superándolas con éxito. Estén ustedes seguros que muchos acaban por solaparlo y, triunfan, al igual que pueda suceder con cualquier otra persona. No en vano, algunos de los que la sociedad califica de «genios», lo fueron (disléxicos), al igual que también lo son muchos de mis alumnos (un diez por ciento aproximadamente), que superan a un sistema que les empuja en dirección contraria. Ellos  persisten y lo superan, consiguiendo graduarse y finalizar los estudios, de modo que hoy, muchos, son unos auténticos profesionales en lo suyo, profesionales de éxito; es decir, normales y corrientes.

            Es cuestión de sensibilidad, tomar conciencia, acomodarse. Entender que la escuela cuenta con muchas posibilidades, más allá del libro de texto; que se puede y, se debe, trabajar en muy diferentes soportes, con materiales, estilos y formas que se acomoden a las necesidades del alumnado. Y lo mismo que en la escuela, ha de suceder en el instituto o en la universidad, donde el conocimiento no es necesario administrarlo enlatado; donde también es posible divertirse y aprender de modo entretenido. A la vista de la situación, parece urgente culturizar las aulas, de modo que en ellas se le faciliten las cosas al disléxico, trabajando de un modo, … integrador, respetuoso con la diferencia y también de manera diferente. Quizás sea necesaria otra metodología, plantearse que estudiar suponga conocer, implique la búsqueda del conocimiento y la construcción del saber, más allá de la transposición de lo memorizado en exámenes inauditos, donde el tiempo esté al servicio del estudiante, porque es posible ir a otro ritmo y se conciba cualquier aprendizaje como un logro personal. Abogamos por este cambio; estamos comprometidos con él. Es necesario generar una nueva escuela, o regenerar la actual, al igual que se precisa otra cultura, en una sociedad diferente, capaz de entender que dislexia es sinónimo de paciencia y serenidad. Hemos de estar convencidos de que en estas aulas, también podemos conseguir que un niño, cualquier niño, joven, adulto, pese a la dificultad que entrañe su aprendizaje, sea capaz de alcanzar la madurez, su madurez, en plenitud. Porque es posible. Cada día, muchos de nuestros disléxicos, niños, y no tan niños, sus madres y padres, sus maridos o esposas, los educadores, muchos profesores, nos lo atestiguan y demuestran, consiguiendo que egresen de las universidades, de los centros de formación, de las escuelas, titulados, garantes de un éxito que en ciertos casos la sociedad, esa misma que a otros les cierra el paso y hunde en su baja estima, también ha sabido aupar al limbo de la vida. Porque al fin y al cabo, yo también, por encima de mi dislexia, soy persona. Uno más en una sociedad que me debe la garantía de una vida, plenamente satisfactoria.

José Quintanal Díaz

Publicado en  EL MUNDO  edición CANTABRIA, el día 8 de Diciembre de 2013 (pdf)