Archive for octubre, 2012
Educación al dÃa: Centro MANES de investigación educativa
octubre 28th, 2012 José Quintanal DÃaz
Educación al dÃa: Facultad de Educación de la UNED
octubre 28th, 2012 José Quintanal DÃaz
Podcast divulgativo de la Facultad de Educación de la UNED. Conocemos la Facultad Facultad de Educación de la UNED, de la mano de su Decano.
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TecnologÃa al servicio de la educación, una experiencia en la UNED
octubre 28th, 2012 José Quintanal DÃaz
“La tecnologÃa al servicio de la educación, una experiencia desde la UNEDâ€. De la mano de la profesora Enriqueta de Lara realizamos un recorrido por la trayectoria que ha tenido la UNED  en el uso de la informática y de los medios técnicos como soporte metodológico de la educación.
Programa emitido por Radio 3 de Radio Nacional de España, el dÃa 21 de octubre de 2012.
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OrtografÃa
octubre 27th, 2012 José Quintanal DÃaz
En el marco de este compromiso que he adoptado con la cultura, me parece obligado hacer una breve reflexión sobre la continua afrenta que está sufriendo, en la sociedad actual, nuestra ORTOGRAFÃA. Y permÃtaseme referirme a ella de este modo, con mayúsculas, pues creo, con total convicción, que no merece un tratamiento inferior.
La ortografÃa vemos cómo está resultando vituperada en la cotidianidad de nuestra vida, y lo que aún es peor, ignorada por cuantos estamentos, organismos, personajes y medios, se atribuyen al mismo tiempo, la condición de garantes del lenguaje y del buen decir. Su propia hipocresÃa les arropa. La cosa es que al final, nadie parece salir en su defensa y quien lo hace, sabe a lo que se arriesga.
El artÃculo lo ilustro con una pequeña muestra que ejemplifica esta ignominia. Son fotografÃas que se han captado con espontaneidad, registrando la escena en el mismo marco en el que apareció. Asà como lo encontramos, de un modo natural. Lo mismo fijado con spray sobre una pared, que en la tela de la pancarta, el papel de la ilustración o el grafeno que tanta modernidad le confiere hoy a la comunicación. Toda. Esta diversidad contribuye a enriquecer el argumento, nuestra teorÃa, nunca intuición aunque sà convicción, de que el error, el escarnio, tiene lugar en cualquier momento, en cualquier sitio y que, además, parece dar igual. A nadie inquieta. Un sencillo “se entiende lo que diceâ€, nos lo justifica, y para nada evita que se afee desmedidamente la situación. Cuidar la ortografÃa, parece ir asociado al sentido de la corrección, la bondad, lo adecuado y perfecto. No está buen visto, resulta hasta retrógrado. El esnobismo gusta más, parece hasta ingenioso. Cuando no debiera se asÃ. PreferirÃamos que se normalizara el rigor ortográfico, de modo que ParÃs no perdiera el apéndice prosódico, para seguir siendo una ciudad con encanto, o que tuviéramos bien claro que palabras como ola, vaca o mamá, resultan bien distintas cuando se le cambia o añade alguna letra. Son tantos los vocablos que pueblan la frontera de la corrección, que la desafección alcanza casi a la totalidad de nuestro vocabulario. Por eso, nos permitimos decir, convencidos, que nuestro idioma es tan rico… y tan frágil… precisa cuidado, intervención, mimo.
Es necesario que todos y cada uno de nosotros, asumamos el compromiso de respetarlo, si no queremos depauperarlo, o perderlo. Y del único modo que se puede preservar es conociéndolo, amándolo. En su plenitud, con brillantez. Y por supuesto, erradicar esas retahÃlas infundadas, que lo depauperan: las mayúsculas no se acentúan, la puntuación no es importante, las reglas están para saltárselas,… Tanta banalización, flaco favor le hace a nuestra lengua. Y a quien lo practica. Y a nosotros mismos, porque todos perdemos, afeando la calidad del lenguaje.
Octubre-2012
Volando en tren (AVE)
octubre 27th, 2012 José Quintanal DÃaz
Mira por dónde, hoy me siento con ganas de iniciar este «diario» que lleva largo tiempo rondando mi cabeza, con la sana intención de poner un poco de crÃtica en alguna de las reflexiones que cotidianamente me aporta la rutina de la vida. Y lo hago dede el tren; me gusta hacerlo aquÃ, entre otras muchas razones por las placenteras sensaciones que me evoca este medio de transporte.
La crÃtica, claro, marcada por el cariño del afecto que ya he señalado, corresponde a lo complejo que me resulta encontrar en él, perdido por los vagones, en sus gentes, o amasada en la reducida vida que emana, un poco, o un mÃnimo de «cultura».
Esa cultura, que yo concibo como una forma de deleitar la vida, me cuesta hoy encontrarla aquÃ, en el tren. Pienso que o no sabemos, los españoles, o no queremos enterarnos. Un medio de transporte, ha de ir mucho más lejos de lo que suponga una mera transposición espacio-temporal de los pasajeros, esos, a los que por efecto de la modernidad, nuestra querida RedNacional de Ferrocarriles ha transformado en clientes (llega a ofrecer un servicio de atención especÃfico para ellos). Yo creÃa que el medio era capaz de dignificar el viaje y con él todo deleite comunicativo, relacional y hasta emocional. Pues no, debo estar confundido, porque hoy dÃa, el concebido, vendido y publicitado como «moderno» AVE, ese que es capaz de llevarte a velocidad de vértigo, pierde en la esencia de sus vagones, toda relación con el ocio, la cultura e incluso la educación.
Me encuentro, como digo, ahora en él. Viajo, y escribo (evidente) y «degusto» ese aperitivoque ellos, correspondiendo al recargo que lleva implÃcito mi billete, me ofrecen: un café (de cuya calidad no me atrevo a hablar y que en el segundo sorbo me arrepiento de haber pedido pues, por venir sin plato y con cuchara de plástico, (¡qué minimalista!, efecto de la propia modernidad), el ajuar, en estos momentos está sorteándolo mi tablet, pues lo persigue, literalmente, por la mesita (del mismo minimalismo).
Para facilitar la reflexión, distraigo el pensamiento por el monitor, donde una amable señorita con voz de sonrisa, nos ha anunciado como alternativa, una atractiva programación: un reportaje de actualidad y una pelÃcula. El primero versa sobre el mundo de la bicicleta (luego resultó ser algo rancio, pues incluso las mountainbikes esas que hay ahora, el guionista las desconocÃa). En cierto modo, el reportaje despertó mi añoranza (hacÃa mucho que no me enfrentaba al NoticiarioEspañol); la segunda, el filme, me superó: «Kung Fu Panda 2». No sé si esto es propio de este medio de transporte, pero me superó. ¿No hay mejor catálogo? Opté por hacer uso del tercer juego de auriculares que la señorita de la voz de sonrisa me ofreció, por dos intentos previos infructuosos: el resultado, mejoró, pues pude elegir entre los tres canales disponibles: uno de narraciones, otro de música clásica y el infumable de la pelÃcula. Opté por el segundo, claro está.
Quizás, la tercera vÃa, me pregunto (ya mimetizado con el medio), y me lanzo a la navegación por las redes sociales… Imposible. Nueva consulta a la señorita que a estas alturas ya pone cara de LOGSE, pues me considera algo familiar, y pesado. Ella, sin haber perdido aún la amabilidad ni la paciencia, me indica que… el tren no dispone de wifi. «Chapeau», exclamo (bueno, en realidad, más bien me callo, pero pienso: ¡cáspitas!, asÃ, con todas sus exclamaciones). En un paÃs donde cualquier autobús, urbano o interurbano, kiosko o café, cuelga el archiconocido «wifi free», la vorágine ferroviaria carece de conexión. Tendrá que ser asÃ… AsÃ, que no me queda otra, que dar rienda suelta a mi imaginación, y ponerme a escribir.
Ya ven cómo el viaje me ha resultado provechoso. Ha inspirado mi reflexión,… aunque de inmediato, tengo que cortar; llega la señorita de la sonrisa, y con esa voz de amabilidad, ilustrada evidentemente en los derroteros de la escuela global, me sugiere vaciar la mesa… Va a servirnos un suculento desayuno (algo que todos sabemos que es ya un producto nacional): tortilla francesa, con salsa de tomate y yogur griego. uhm… RiquÃsimo. El café, esta vez, ni lo intento.
Asà que, obligado por las circunstancias, termino, y pulso el botón de apagado, imbuido en una sola conclusión: he de cambiar de medio de transporte. de momento, aquÃ, y ahora, tampoco encuentro la cultura, la que yo buscaba. Al menos, hay amabilidad y paciencia. Ya puede usted servir el desayuno, amable señorita, y disculpe por la espera. Me distraje un ratito en mis pensamientos…
Septiembre-2012